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ANDRÉS LANGA

Buenos Aires, 1967

Andrés Langa reflexiona sobre el poder de resignificación que otorga la práctica artística. A partir de objetos de los que, por algún tipo de ligazón sentimental, no podría desprenderse, comienza un recorrido artístico-experimental que, en sus palabras “les da un final honorable”. La posibilidad de intervenir estos objetos lo convierte en el artífice de renaceres que son tanto formales como simbólicos.

Su experiencia, entonces, se expande a través de estas trasmutaciones para dejar ir lo que fue pasado y hoy, es arte.

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