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BALBINA LIGHTOWLER

Buenos Aires, 1972

En su obra trabaja la idea que ella misma llama naturaleza encontrada, refiriéndose a esa naturaleza que siente haber perdido por nacer y desarrollarse durante gran parte de su vida en una gran urbe como Buenos Aires, y que encuentra cada vez que se aleja de la ciudad. 

Ese despojo de lo natural agudizó sus sentidos al desplazar su atención hacia el mundo no humano, al mirar/observar con detenimiento la nervadura de una hoja, el recorrido de una hormiga, el vértice de cada flor. Se cautiva por la mixtura que se da en un espacio no intervenido por la mano humana, sus texturas, colores, formas, olores y los cambios que se producen según el momento del día, las distintas estaciones del año, la luz del sol, el viento, la lluvia. Nunca se repite el mismo paisaje, el mismo recorte. El tiempo se visibiliza a cada instante, y es lo que intenta capturar al sacar las fotografías: un encuadre y una luz que no se repetirán nunca más. 

A partir de las imágenes que va recolectando y que imprime sobre soportes transparentes para luego intervenirlas, busca generar otro espacio, uno ficticio, irreal, lúdico. La repetición, la transparencia, los reflejos, las sombras como características de este nuevo espacio permiten que quien los observe, se pierda en estas percepciones.

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